Cada día que pasa y se va acercando el día de la Huelga, a la vez se agudiza el conflicto entre mi corazón y mi cerebro, y la verdad no sabría a quien darle la razón.
Mi corazón me pone a favor de la huelga, ya que es el único arma in extremis que nos queda para defender nuestros derechos, los de los trabajadores.
Creo que a muy pocos les cabrá la duda de que motivos para una huelga, los hay, ya que me parece a mí que, desde que tenemos democracia, ningún Gobierno se ha atrevido a modificar tanto las normas laborales que hicieran tanto daño a los trabajadores, como lo ha hecho este con esta reforma.
Pero luego está el desconocimiento real que los trabajadores podemos tener de la situación, y en como solucionarlo, de forma que, estamos casi obligados a confiar en los que toman las decisiones Y rezar para que acierten, al menos los creyentes, a mi me toca simplemente confiar.
Y ahora el Cerebro, que te dice que todo esto es una pantomima para salvarle el culo a los líderes sindicales y de paso a todos los “zampaollas” que hay liberados que se podrían contar por cientos de miles.
Personalmente pienso que los sindicatos de clase y añadiría también a muchos de los que no lo son, que, lo mejor que podría pasar sería, su extinción completamente y empezar desde cero con fórmulas nuevas, creativas y adaptadas a los nuevos tiempos, don las nuevas tecnologías, como Internet, están cambiando el mundo.
Pero por otro lado esta la ocasión que se nos presenta a los trabajadores, única, como es la de poder manifestarse en contra de la Reforma Laboral, a pesar de que el resultado sea cuando menos incierto, se consiga que la Reforma la retiren o la mantengan.
Una máxima de los trabajadores, debería de ser que, un paso atrás, ni siquiera para coger impulso, y en este caso no es un paso lo que daríamos, es bajarnos los pantalones y poner el culo en pompa.
En definitiva, yo como trabajador puede que no respalde la huelga, pero lo que tampoco voy a hacer es oponerme a ella, por que sería como tirar piedras sobre mi propio tejado, aunque a pesar de ello, por ahora se salven los “comeollas” de los liberados.
Así que me quedan dos días, para poner de acuerdo a mi corazón y mi cerebro, eso si, decida lo que decida el día 29, mi pensamiento sobre los sindicatos será el mismo.
Saludos.
M. Álvarez.
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